La vida de cualquier ser humano transcurre por un camino irregular que alterna llanuras y baches. Cuando nos acecha un suceso trágico sufrimos un desequilibrio emocional que nos sumerge en un profundo estado de sufrimiento difícil de paliar.
La sociedad avanza a pasos agigantados en ciencia y tecnología, en cultura, en acceso a la misma, en derechos y libertades... siempre omitiendo el aspecto que, por naturaleza, deberíamos tener más desarrollado: las relaciones personales.
Con el paso de los años, el individualismo, el egoísmo y la apatía han ganado terreno en detrimento de la ética y la moral. Además, nos dejamos persuadir por un enemigo oculto entre nosotros que parece proporcionarnos distracción cuando en realidad supone una amenaza para nuestra mente y nuestro espíritu: la televisión.
Nuestro lado más ambicioso nos incita a imitar a personajes famosos cuyas vidas se convierten en dominio público a cambio de cuantiosas sumas de dinero. Las vidas ajenas nos interesan más que la nuestra propia borrando de nuestra mente los obstáculos que nos inquietan cuando vemos a una serie de personas manteniendo una actitud que, incomprensiblemente, crea más audiencia. La falta de respeto, los improperios, el sufrimiento ajeno, las relaciones sexuales de los demás... son circunstancias que mantienen a un determinado sector del pueblo absorto a la vez que alimenta el morbo y la falta de criterio.
¿Por qué alimenta la falta de criterio? Muy sencillo. Nuestra ignorancia sale a relucir cada vez que idolatramos a determinados personajes famosos. ¿Cónocéis el "síndrome del famoso"?
No es todo oro lo que reluce. Detrás de la fotografía que muestra felizmente a Tiger Woods junto a su familia se enconde la cara más amarga del golfista. Pagó 60.000 dólares a prostitutas y reconoció su infidelidad hasta que, consciente de que el dinero y el placer por sí solos no encauzaban su vida hacia la felicidad, decidió dejar el golf temporalmente hasta restablecer su vida personal.
El caso de Tiger no es un hecho aislado. Muchos son los personajes famosos que han basado su existencia en ambicion mundana y efímera y terminaron dependiendo de sustancias tóxicas, hicieron daño a sus seres queridos, traicionaron a su mejor amigo, etc.
No os dejéis sedar por la información que nos transmiten constantemente para avivar nuestra vanidad y tened criterio propio a la hora de juzgar este tipo de vida. El exceso de dinero y bienes materiales corrompe y la existencia del individuo se convierte en un sinsentido cuyo único objetivo es tener cada vez más. Triste, ¿verdad?
La sociedad avanza a pasos agigantados en ciencia y tecnología, en cultura, en acceso a la misma, en derechos y libertades... siempre omitiendo el aspecto que, por naturaleza, deberíamos tener más desarrollado: las relaciones personales.
Con el paso de los años, el individualismo, el egoísmo y la apatía han ganado terreno en detrimento de la ética y la moral. Además, nos dejamos persuadir por un enemigo oculto entre nosotros que parece proporcionarnos distracción cuando en realidad supone una amenaza para nuestra mente y nuestro espíritu: la televisión.
Nuestro lado más ambicioso nos incita a imitar a personajes famosos cuyas vidas se convierten en dominio público a cambio de cuantiosas sumas de dinero. Las vidas ajenas nos interesan más que la nuestra propia borrando de nuestra mente los obstáculos que nos inquietan cuando vemos a una serie de personas manteniendo una actitud que, incomprensiblemente, crea más audiencia. La falta de respeto, los improperios, el sufrimiento ajeno, las relaciones sexuales de los demás... son circunstancias que mantienen a un determinado sector del pueblo absorto a la vez que alimenta el morbo y la falta de criterio.
¿Por qué alimenta la falta de criterio? Muy sencillo. Nuestra ignorancia sale a relucir cada vez que idolatramos a determinados personajes famosos. ¿Cónocéis el "síndrome del famoso"?
No es todo oro lo que reluce. Detrás de la fotografía que muestra felizmente a Tiger Woods junto a su familia se enconde la cara más amarga del golfista. Pagó 60.000 dólares a prostitutas y reconoció su infidelidad hasta que, consciente de que el dinero y el placer por sí solos no encauzaban su vida hacia la felicidad, decidió dejar el golf temporalmente hasta restablecer su vida personal.
El caso de Tiger no es un hecho aislado. Muchos son los personajes famosos que han basado su existencia en ambicion mundana y efímera y terminaron dependiendo de sustancias tóxicas, hicieron daño a sus seres queridos, traicionaron a su mejor amigo, etc.
No os dejéis sedar por la información que nos transmiten constantemente para avivar nuestra vanidad y tened criterio propio a la hora de juzgar este tipo de vida. El exceso de dinero y bienes materiales corrompe y la existencia del individuo se convierte en un sinsentido cuyo único objetivo es tener cada vez más. Triste, ¿verdad?
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