“Si, Virginia, Santa Claus existe.” Pero casi no fue así.
La famosa línea forma parte de un artículo real escrito en 1897 y publicado como editorial en el New York Sun en respuesta a la carta de una curiosa niña de 8 años.
Virginia O’Hanlom escribió al diario The New York Sun en septiembre de aquel año, anticipándose a los regalos que recibiría por navidad. La carta imploraba: “Por favor díganme la verdad. ¿Existe Santa Claus”? Pero aparentemente la misiva de Virginia se traspapeló o fue ignorada durante varias semanas, según una investigación realizada por Joseph Campbell, profesor de periodismo de la Universidad Americana en Washington D.C.
Cuando la carta recuperó la atención de la plantilla del periódico, Francis P. Church escribió una respuesta rápidamente:
“Querido editor — Tengo 8 años.
“Algunos de mis amiguitos dicen que Santa Claus no existe.
“Mi papá dice: ‘Si lo ves en The Sun, entonces es que existe’.
“Por favor díganme la verdad. ¿Existe Santa Claus?”“Virginia, tus amiguitos se equivocan. El escepticismo de una época escéptica les ha afectado. Sólo creen lo que ven. Piensan que todo lo que no sea comprensible por sus pequeñas mentes no puede ser. Todas las mentes, Virginia, tanto si son adultas como infantiles, son pequeñas. En este gran universo nuestro, el hombre, su intelecto, no es más que un insecto, una hormiga, si se compara con el mundo ilimitado que tiene ante sí, si se mide por una inteligencia capaz de captar toda la verdad y el conocimiento”.
“Sí Virginia, Santa Claus existe. Es tan cierto como que existen el amor, la generosidad y la lealtad; y tu sabes que abundan y que le proporcionan a tu vida la mayor belleza y alegría. ¡Ay! ¡Qué triste sería el mundo si no existiera Santa Claus! Sería tan deprimente como si no hubiera Virginias. Porque entonces no conoceríamos la fe de los niños, ni la poesía, ni la fantasía que hace tolerable esta existencia. No podríamos disfrutar, excepto de lo que pudiéramos sentir y ver. Se apagaría la luz eterna con la que la infancia ilumina el mundo”.
“¡No creer en Santa Claus! ¡También podrías no creer en las hadas! Podrías hacer que tu papá contratara a hombres que, en Nochebuena, vigilaran todas las chimeneas para atrapar a Santa Claus; pero aunque no lo vieran descendiendo por una de ellas, ¿eso qué probaría? Nadie ve a Santa Claus, pero eso no quiere decir que Santa Claus no exista. Las cosas más reales del mundo son aquellas que ni los niños ni los adultos podemos ver. ¿Has visto alguna vez a un hada bailando en un prado? Por supuesto que no, pero eso no prueba su inexistencia. Nadie puede concebir o imaginar todas las maravillas del mundo que se mantienen ocultas o son invisibles”.
“Puedes romper el sonajero del bebé y mirar lo que produce el sonido en su interior, pero hay un velo que cubre el mundo oculto que ni el más fuerte de los hombres, ni siquiera la unión de la fuerza de todos los hombres más fuertes que hayan existido, podría romper. Sólo la fe, la poesía, el amor, el romance, pueden abrir ese telón para ver e imaginar la belleza sobrenatural y la gloria que hay tras él. ¿Será real? ¡Ah!, Virginia, nada en este mundo puede ser mas real y más duradero.
¡Qué no existe Santa Claus! Gracias a Dios, existe y ¡existirá para siempre! De aquí a mil años, Virginia, ¡no! de aquí a diez veces diez mil años, él continuará alegrando el corazón de los niños.
The New York Sun
Los lectores quedaron encantados con la editorial, y cada año pedían repetidamente que el periódico volviese a publicarla, lo cual The New York Sun hizo esporádicamente hasta la década de 1920, cuando finalmente su publicación pasó a ser una tradición anual, fija por estas fechas, que se mantuvo hasta la quiebra del diario en 1950.
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