Tan sólo la más absoluta desesperación y desasosiego pueden llevar a una persona a decidir quitarse la vida. Encontrar el medio, es lo de menos. El fin es dejar de existir. No obstante, incluso en esos terribles momentos, la belleza puede surgir espontáneamente dotando de cierta belleza al momento. Ya desde la época de los románticos, el suicidio solía ser una salida honrosa a las situaciones más humillantes, el desamor de una dama amada o simplemente, la bancarrota.
El 1 de mayo de 1947, Evelyn McHale debió de pensar alguna de estas razones para arrojar su joven cuerpo de tan sólo 23 años desde el mirador de la planta 86 del Empire State Building. 381 metros de caida lo hacían el edificio más alto del mundo en esa época. ¿El motivo?: el desamor. Su novio acababa de rechazarla. Quiso el destino que en ese preciso instante Robert C. Willes, por aquél entonces, estudiante de fotografía, escuchase el tremendo impacto que el cuerpo de Evelyn provocó al caer y, raudo y veloz, inmortalizase el momento,generando una de esas fotografías históricas que todos hemos visto. Allí encontró a la bella joven sobre el techo de una limusina de un diplomático de las Naciones Unidas, que estaba aparcada en la acera a doscientos metros al oeste de la Quinta Avenida. El chofer estaba en una farmacia cercana por lo que pudo escapar al impresionante golpe.
Pese a lo trágico del momento, hay que decir que la imagen obtenida es una auténtica obra de arte. La joven tras su tremenda caída, yacía serena y tranquila en el coche, como habiendo encontrado la paz y agarrando con fuerza lo que parecía ser un collar de perlas que su ya ex-novio le regaló en un momento de máximo amor. El destino quiso que su tremenda belleza quedase intactada y que su figura adoptase una posición de dormitar. La elegancia de su cuerpo en medio de la destrucción creaba una imagen casi onírica. Descansaba por fin.
La imagen obtenida por Willes fue una auténtica bomba y un reportero que se acercó a cubrir la noticia logró que se la vendiese a la revista Life, siendo publicada a toda página en su siguiente edición, 11 días después. A partir de ahí, su éxito se disparó como la espuma, dando la vuelta al mundo. Tal fue el impacto, que en 1963, Andy Warhol hizo un collage con esa foto titulándolo Suicide (Fallen Body).
La fotografía, había pasado a la historia.
Años después, se descubrió el informe policial que se redactó a raiz del suceso. Entre las pertenencias de la joven Evelyn se encontró un libro de bolsillo con varios dólares, un kit de maquillaje lleno de fotos familiares y una nota manuscrita que decía:
“Él esta mucho mejor sin mi… Yo no seria una buena esposa para nadie”.